jueves, 16 de noviembre de 2006

Salida espontánea

Bueno, pues ahí estaba yo el domingo, improvisando una salida que no tenía planeada.
El caso es que me levanto, veo el cielo, salgo al jardín y digo, ¿qué narices? Lo de la San Silvestre puede esperar, me voy con la bici.
Así que me visto, cambio el porta-herramientas que lo había roto en la última salida y salgo.
Tras la dolorosa experiencia de mis cuádriceps el último día con los 45 km, decido hacer una ruta más corta. Creo que la de Quijorna y Brunete estaría bien. 30 km y principio y final bastante cómodos.
En fin, salgo de mi pueblo y todo bastante bien. Charquitos aislados, pequeños, nada grave.
Hasta que me quedan 100 m para llegar a la M-501.
Un barrizal de 6 cojones (3 pares), que casi me caigo intentando atravesar.
Ya en el asfalto sacudo la bici, las calas y... pues parace que la cremallera del porta-herramientas ha petado. No, es que la cámara entraba un poco a presión.
Bueno pues me la meto en un bolsillo y sigo.
Cojo la Cañada Real Segoviana y sigo bastante tranquilo, eso si las roderas del agua, se han convertido en auténticos cañones y desfiladeros. Un par de saltos me salvan de llantazos y me aproximo a ese supuesto arroyo.
O sea supuesto en verano, real como la vida misma en estos momentos. Imposible cruzarlo montado, demasiado ancho para cruzarlo con la bici al hombro. Estas dos premisas dan como resultado que te mojas. Yo elegí el pie izquierdo antes que el costado derecho.
Salgo del arroyo y vuelvo a sacudir la bici de barro y... mis herramientas por el suelo. Pero... me faltan los alicates y los desmontables. Con muy poca fe vuelvo sobre mis pasos y los encuentro, y ya con todo cargado en los bolsillos, continúo hasta Quijorna.
En este tramo están poniendo unas conducciones para los arroyos, pero en uno de ellos lo que de momento hay (supongo que estará sin terminar) es una plataforma de hormigón que ocupa todo el camino. La única forma de pasar montado es llamarte Tarrés, Raga o Lampkin.
Así que me bajo, bajo al agujero, subo la bici ala plataforma, subo yo y luego lo mismo al otro lado pero al revés.
Ya sin incidencias graves llego a Quijorna, tiro el puto porta-herramientas en el primer contenedor y subo al cementerio. Creo que está más alto que la última vez.
El camino hasta Brunete más o menos bien, algún charco, un arroyo, pero ya tengo asumido que voy a llegar pringado hasta las cejas.
En Brunete la buena sorpresa, la fuente no funciona. Todo el verano tirando agua y ahora que ha llovido 10 días seguidos la han cortado.
Pues nada, tiro para mi pueblo. En este tramo encuentro mucho barrizal, que a veces me obliga a salirme al sembrado. Total, ya sólo me queda pinchar.
Pues no, también te puedes perder y efectivamente en un cruce me equivoco y me como unos 2 km más.
Ya en ruta otra vez, paso por la puerta del sitio de los caballos.
Eso tiene barro hasta en verano, así que me pringo otro poco. Entonces llego a lo más interesante. Un charcazo que ocupa todo el ancho del camino y de unos 4 o 5 metros de largo. Nos miramos y llego a la conclusión de que parece profundo y que como me quede enganchado en el medio me va a dar un ataque de risa.
Me salgo al sembrado, pero está en cuesta y hay un pedazo escalón para volver al camino, giro para volver, me suelto la cala izquierda... y me caigo para la derecha. Lo bueno de un sembrado húmedo es que está mullidito y no mancha.
Después de cruzar un arroyuelo puedo volver al camino.
Ya entrando en el encinar llegando a Sevilla, recuerdo que había marcado en la ruta otro arroyo.
Cagándome en todo sigo hacia delante. Por fin algo sale más o menos bien, es el único cauce que continúa seco como en verano.
Eso si, la cuesta de después tiene el piso muy blando y las ruedas se enganchan como ladillas.
Sufriendo como un cabrón llego a mi pueblo, con las cubiertas como escalopes milanesa, y ambos , bici y yo nos vamos al lavado a presión.

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