
Entrada en meta de Agnes Eppers, primera clasificada Duatlón Cros Fuenlabrada, a la derecha aplaudiendo aparecemos Nacho (de rojo), Juanje (de Negro) y Ta (de Gris y Naranja).
Crónica:
Era nuestra primera duatlon, el equipo al completo, preparados para la experiencia y con la mochila cargada de incertidumbre ante lo desconocido.
Nos presentamos en la Cantueña con tiempo suficiente para echar un vistazo al recorrido, recoger los dorsales, preparar las bicis y calentar al ritmo de un locutor locuaz, buena señal y adjetivo para un locutor, que nos indicaba cómo teníamos que calentar, estirar, qué material debíamos colocar en las cestas y como posicionar la bici en la barra para la carrera. Para neófitos como nosotros eran explicaciones muy valiosas que realmente apreciamos.
No sólo el charlatán, todo en el evento, desde que llegamos hasta el fin estaba muy bien organizado, tal y como comprobamos desde el primer momento y eso es algo que también te anima para volver a acercarte a una actividad como esta.
Tras el calentamiento nos colocamos en la línea de salida, gentilmente detrás de las damas que competían a la vez que nosotros y casi sin mucho tiempo para pensar la carrera se lanzó olvidando desde el primer momento que sólo estábamos en el nacimiento de la competición; ya en los primeros 1000 metros empecé a sentir que me faltaba el aliento… Nachete de liebre, marcando el ritmo, yo tratando de mantenerme a su lado y Juanje a unos pasos de nosotros, siempre a la vista. Seguían pasándonos corredores poseídos por el ímpetu hasta que alguno de ellos les recordó a los demás que habría macarrones para todos, que no era necesario correr tanto…
Llegamos a la primera transición más o menos juntos y a partir de ahí nos descentramos y nos perdimos buscándonos unos a otros. De repente Juanje a mi lado preparado con su bici, pero habíamos perdido a Nacho que luego nos dijo que se había sentado para atarse las botas, por eso no lo veíamos. Juanje y yo empezamos suave, pensando en lo duro del recorrido que habíamos intuido el finde anterior y aprovechando para reagruparnos con Nacho, al que vimos al girar en una curva. Ya estábamos más o menos unidos así que nos lanzamos en una cuesta abajo vertiginosa y peligrosa, desde eso momento no vi más a Juanje. Aprovechando el impulso de la bajada me lancé a por la primera subida pasando corredores que ya se habían bajado e iban tirando de sus bicis entre el barro y la fatiga… acabamos de empezar….
Al llegar a la altiplanicie de la carrera empecé a mirar para tras en busca de los dos y empecé a sospechar que había algún problema, seguí avanzando despacio oteando el horizonte a mi espalda en busca de alguna noticia, que no recibí hasta un requiebro en el que me crucé con Nacho y me confirmó la sospecha de la mala noticia, Juanje había roto la cadena de la bici, que como nos explicó después, ante la desesperación, intentó unir con sus propias manos, dándose cuenta de la mala suerte y arrojando la bici con desesperación.
La ruta se iba complicando y resultaba difícil localizarnos, en los sitios planos, pocos, aprovechaba para buscar entre los corredores a Nacho y decirle que le esperaba, en las innumerables subidas volvía a pasar a los duatletas que me pasaban en el llano, así hasta que oí al xaxe animarme en uno de los momentos de sufrimiento, casi al final de la ruta en bici. Llegué de nuevo a la transición, cansado pero aún con ganas de correr. Volví a cambiarme de zapatillas, salí de la transición y empecé a andar con la esperanza de volver a ver a Nacho y poder entrar juntos. En la recta de meta Juanje me dijo que Nacho aún no había llegado a la transición así que me lancé en un esprint hasta los 43’ y pico. Pasé la meta, fui hacia juanje y allí esperamos para ver a nacho aparecer en la recta de meta con un gesto de dolor por el tirón que sufrió en el abductor en la última cuesta de la ruta ciclista.
Resulta difícil hacer una crónica conjunta de lo que sucedió en la carrera ya que sólo al final, tras la entrega de medalla y del isotónico pudimos intercambiar opiniones y saber realmente qué sucedió. A pesar de nuestra intención de hacer juntos el curso, las circunstancias cambian constantemente y es imposible predecir el devenir de la misma, que se va a romper una cadena o que te va a dar un tirón, por lo que cada uno tendrá una versión de la misma. Lo que si es común a todos es el conocimiento de que era mucho más dura la prueba en bici que la carrera, las cuestas resbaladizas del parque de la Cantuña marcaron la diferencia y sobre todo la ilusión por la carrera, confirmar la expectación positiva que había creado en nosotros y tener en mente la próxima para intentar bajar el crono para unos y quitarse la espina clavada para otros.
Tras nuestra carrera nos quedamos viendo a los que competían para el campeonato de España, aumentando la admiración de esos hombres y mujeres que recorrieron tres veces la misma distancia, que a nosotros sólo en una vuelta, nos había dejado exhaustos.
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