Después de entrenar como un bestia en la playa, un flato descomunal casi me obliga a terminar andando. Menos mal que me obligue a no parar, si no habría hecho un tiempo impresionante (por mucho, claro).
Pero llegó septiembre y con él los duatlones.
Y para mayor reto, dos seguidos. Todavía tenía en la mente el dolor de gemelos que tuve durante una semana después de mi primer duatlón, pero estaba dispuesto a repetir. Fue el duatlón cross del festibike, 6-20-3 km; prueba que acabaría ganando Iván Raña. Como siempre salgo tranquilo, regulando. Tanto que junto con otro compañero llegamos los últimos a la primera transición. En el segmento de bici consigo adelantar a algún corredor, además no me están dando calambres y voy tan contento... Pero es poner un pie en tierra para la segunda transición y me da. Me vengo un poco abajo, porque he conseguido regular y cuando parecía que podía terminar sin calambres... Me tomo con calma la transición y empiezo a correr, pero ahí está el dolor. En el primer árbol que veo me paro a estirar, y para mi sorpresa, puedo continuar sin molestias, y en los últimos 150 m hasta puedo esprintar.
Primera prueba superada y muy contento.
Y 7 días más tarde el duatlón cross de Boadilla del Monte. Al final y a pesar de los calambres el anterior fue una buena experiencia y voy con ganas. Las distancias, 6-20-3, pero como se vería más tarde, un circuito bastante más duro. Con mi táctica conservadora, enseguida me quedo de los últimos, pero el recorrido hace daño y no soy el último esta vez. El primer tramo a pie se me hace muy largo, pero la ventaja en la bici es que ya te conoces el circuito, ya que es el mismo. Pero otra vez aparecen los calambres, esta vez a la mitad del recorrido en bici. Estoy a punto de caerme en una rodera y al sacar el pie del pedal... Me acuerdo del primer duatlón, los calambres me aparecieron en el mismo punto y casi no puedo terminar. Pero esta vez me dan una tregua. Incluso me bajo de la bici y parece que me respetan. Pero a los 300 m de carrera... ahí están. Bajo un poco el ritmo y se van diluyendo poco a poco. Me voy animando y cojo un buen ritmo, pero una cuesta arriba me desarma y empiezo a sufrir. Aprieto los dientes porque se que me queda otra buena subida y consigo terminar, pero lo he pasado un poco mal.
Ya en octubre comienza la preparación de las carreras de 10 km de finales de año.
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